Maria Sibylla Merian, precursora de la entomología moderna.
Podía haberse dedicado exclusivamente a la pintura y la enseñanza del arte, sin embargo Maria Sibylla Merian era demasiado curiosa, demasiado intrépida, demasiado desobediente.
MenuNadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. Carmen Martín Gaite.
Podía haberse dedicado exclusivamente a la pintura y la enseñanza del arte, sin embargo Maria Sibylla Merian era demasiado curiosa, demasiado intrépida, demasiado desobediente.
El 13 de enero de 1717 murió en Ámsterdam una de las científicas naturalistas más destacadas de la historia. Os presento a Maria Sibylla Merian, la precursora de entomología moderna. Ella había nacido en Frankfurt, en 1647. Como hija de artista y grabador, aprendió en el taller de su padre las técnicas del dibujo y la pintura. Peeeero… también le apasionaban los insectos. Así que se dedicó a recolectar flores y bichos para pintarlos en directo. Una cosa le llevó a la otra. Y así, antes de cumplir 20 años, ya tenía un exquisito repertorio de orugas, moscas, mosquitos y arañas. En 1679 publicó su primer libro científico, La oruga, maravillosa transformación y extraña alimentación floral.
La entomología es la parte de la zoología que estudia los insectos. Su origen se remonta a la prehistoria, sin embargo los estudios científicos comenzaron a desarrollarse a partir del siglo XVI. Obviamente, al igual que ocurría en todas las ramas de las artes, las ciencias o la cultura, la zoología no era cosa de mujeres. Para empezar, el público femenino no tenía acceso a la educación, aún menos a las academias y universidades. Con respecto a la investigación sobre la naturaleza se sumaba un hándicap adicional: los viajes y exploraciones tampoco eran aptos para mujeres. ¡Menudo disparate enrolarse en un barco o formar parte de una expedición científica! Demasiado peligroso para la frágil naturaleza femenina.
El caso es que, como siempre, algunas se saltaron a la torera límites, prohibiciones y prejuicios y, pese a las dificultades, lograron imponer su presencia en ciertos ámbitos. Maria Sibylla Merian fue una de ellas.
Pasó su infancia en Frankfurt, junto a su madre, hermanos y su padrastro, Jacob Marrel. Matthäus Merian el Viejo murió cuando la pequeña tenía tres años. Marrel no sólo no impidió el acercamiento de la niña a las artes, lo fomentó e intervino de forma decisiva en su aprendizaje. Maria Sibylla cultivó sobre todo el arte del grabado, publicando su primera obra importante en 1675: Neues Blumenbuch (El nuevo libro de la flor). El libro recogía sus estudios botánicos e ilustraciones sobre plantas florales como el narciso amarillo, el cártamo silvestre o el clavel.
Podía haberse dedicado exclusivamente a la pintura y la enseñanza del arte, sin embargo Maria Sibylla Merian era demasiado curiosa, demasiado intrépida, demasiado desobediente para conformarse con migajillas culturales. La pintura de flores, frutos, pájaros y esos “engendros del diablo” —que eran los insectos para la Iglesia del XVII—, incrementó su necesidad de investigar. La observación de todos esos bichos minúsculos le intrigaba cada vez más. No sólo se limitaba a recoger y criar orugas para comprender su transformación. Apuntaba detalles, movimientos y ciclos y dibujaba cada una de las etapas de su vida.
Tardó veinte años en publicar el libro sobre la transformación de las orugas; las dos décadas que dedicó a observar de manera minuciosa las fases de la vida de estos insectos. Con ello echó por tierra la arraigada teoría de que surgían del lodo, como la lluvia que cae del cielo. Además, mostró sus relaciones con el medio, con otros animales, insectos y plantas, contrariando las clasificaciones tradicionales en categorías independientes.
Hacia 1685, Maria Sibylla Merian era una tipa independiente, divorciada y con medios propios para mantener su nivel de vida. Sus dos hijas, Johanna y Dorothea, ya habían crecido y bebido de la curiosidad investigadora de su madre. Eran dos jóvenes intoxicadas por el opio de la entomología, dos fallas disruptivas que acompañaron, secundaron, profundizaron y complementaron los análisis e indagaciones de su progenitora. Con ella emprendieron el proyecto más ambicioso de Merien: una expedición a la antigua Guayana Holandesa. Una demente para sus contemporáneos.
Durante los dos años que Merian permaneció en Surinam coleccionó, estudió y dibujó insectos y plantas de la región. Sus intenciones investigadoras se truncaron cuando enfermó de malaria. Tuvo que regresar a Europa precipitadamente. Una vez curada se instaló en Ámsterdam en una comuna pietista luterana. En 1705 publicó los resultados de su investigación en Metamorphosis insectorum Surinamensium (Metamorfosis de los insectos de Surinam), en latín y en holandés. La vida de orugas, gusanos, polillas, mariposas, escarabajos, abejas y moscas desconocidas en Europa quedó perfectamente detallada e ilustrada, consagrando a la investigadora alemana como la primera entomóloga empírica.
En efecto, mientras que la mayoría de científicos de la época analizaban únicamente ejemplares muertos expuestos en vitrinas, ella se entregó a la investigación de insectos vivos. Sus obras fueron muy bien recibidas en los círculos de los coleccionistas y naturalistas del momento.
Merian fue conocida y alabada en su tiempo. Fue el referente de Karl Linnaeus. Incluso Goethe admiró sus pinturas y su capacidad para conjugar el arte y la ciencia. No obstante, su trabajo careció de reconocimiento durante los tres siglos posteriores a su muerte. Algunos hombres criticaron sus investigaciones, las tacharon de inexactas y faltas de rigor, desprestigiaron su redacción calificándola de fantasiosa… Sin embargo, está hoy demostrado que sus observaciones eran exactas. Su legado marcó el camino de los estudios naturalistas y ecológicos. Todo ello con unas dotes artísticas, una elegancia y una sensibilidad fuera de lo común.
Con respecto a las ilustraciones, hay que destacar también la técnica empleada por Maria Sibylla: grabado sobre planchas de cobre. Se trata de un procedimiento artístico mediante el cual se transfiere el dibujo a una placa donde se fija con un punzón o con ácido. Después los coloreaba a mano. También cultivó la acuarela sobre pergamino, la técnica de puntos y líneas y el estilo crayon.
En 1719 y 1726 aparecieron nuevas ediciones de Metamorphosis completadas con los textos y dibujos de sus hijas. Las 12 láminas añadidas se realizaron por el método de la contraimpresión. En 1730 se publica de manera póstuma De Europischen insecten, traducido al francés como Histoire des insectes de l’Europe.
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