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Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. Carmen Martín Gaite.

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Año Picasso: el maestro y el ‘Guernica’. I Parte.

En pleno siglo XXI 'Geurnica' es una imagen capaz de generar una densa encrucijada de significados, donde se entremezclan su poder de mito, icono popular y símbolo cultural ilustrado.

Año Picasso: el maestro y el ‘Guernica’. I Parte.

El día 8 de abril de hace 50 años murió Pablo Picasso, el genio malagueño que revolucionó el arte del siglo XX con su estilo ecléctico y su compromiso político. Su obra más famosa, Guernica, es un símbolo universal de la paz y el horror de la guerra, pero también una fuente inagotable de análisis y debate. ¿Qué hay detrás del mural que conmocionó al mundo? ¿Qué significan sus figuras y símbolos? ¿Qué papel tuvieron las mujeres en proceso creativo del artista?

Así empezó todo

A comienzos de 1937, Picasso recibió por medio de Josep Renau el encargo del gobierno legítimo de la República de realizar una gran obra para el pabellón español de la Exposición Internacional de París. Durante los primeros meses, Picasso había considerado la idea de realizar una obra alegórica de la pintura representada por el pintor y la modelo. El 26 de abril de 1937, el destructivo bombardeo alemán de la ciudad vasca de Gernika inspiró al pintor. En apenas mes y medio, realizó alrededor de cincuenta esquemas, bocetos, obras preparatorias y varias correcciones directas en el gran cuadro.

Entre mayo y junio de 1937, en plena Guerra Civil española, Pablo Picasso pintó Guernica. Desde entonces, la crítica vincula el destino que entregó al lienzo (un largo periplo por el mundo) y el fecundo manantial de interpretaciones al que ha sido sometido. Estos factores han contribuido a que Guernica transcienda su dimensión de obra de arte. En pleno siglo XXI, es una imagen capaz de generar una densa encrucijada de significados donde se entremezclan su poder de mito, icono popular y símbolo cultural ilustrado.

Año Picasso: el maestro y el ‘Guernica’. I Parte

Guernica. Pablo Picasso. 1937. Museo Reina Sofía

El resultado es una obra compleja, ininteligible a primera vista, a la vez interior y exterior, tardocubista y surrealista e imbricada en la tradición pictórica Occidental. Su estructura piramidal es la habitual en la pintura de historia e incluye préstamos e influencias de obras de grandes maestros del pasado como Rubens, Delacroix, Jacques-Louis David o Goya.

El cuadro viajero

Guernica llegó a Madrid en 1981 desde el MoMa de Nueva York. Allí estuvo depositado desde 1939 por expreso deseo del pintor, “hasta que España volviera ser un país democrático”. Fue el Museo del Prado el primer receptor del mural, que ocupó una de las paredes del Casón del Buen Retiro. Pero antes de Nueva York y tras su exhibición en la Exposición Internacional de París, el lienzo viajó por Oslo, Copenhague, Estocolmo y Gotemburgo.  A finales de septiembre del 38 estuvo en Londres, Leeds, Liverpool y Mánchester. Finalizada la itinerancia europea, Picasso decidió enviarlo al Museo de Arte Moderno de Nueva York.

El camino a Guernica o cómo nació el mural antibélico más celebre del siglo XX

En junio de 1935, por primera vez en años, Picasso no sale de París para pasar el verano con su familia. Dejó marchar a Olga y Paulo (su hijo) y se quedó solo en casa. Olga no volvió más.  Se esconde, con su obra como único consuelo. Unos meses más tarde, Marie-Thérèse le da a Picasso una hija, Maya.

La vida cotidiana se complica. Están Olga y Paulo. Marie-Thérèse y Maya. Los abogados nunca conseguirán el consentimiento de Olga: ella no quiere divorciarse. “Es el peor momento de mi vida”, escribe en una carta. Está atormentado, de humor sombrío. Es entonces cuando conoce a Dora Maar. Se la presenta Paul Élouard una noche de verano del 36. Dos circunstancias provocaron la irremediable conexión entre Maar y Picasso: el idioma (ella, hija de un magnate yugoslavo, creció en Argentina) y la fascinación por la pintura. Aquel verano, las conversaciones entre ambos se tornaron incesantes.

Las noticias sobre España que llegaban a Mougins eran terribles. El levantamiento contra el gobierno republicano era ya un hecho: el ejército avanzaba a pasos agigantados, masacrando pueblos y ciudades. Las procedentes del otro lado de Europa tampoco eran mejores. El fascismo crecía y Hitler afianzaba un poder absoluto cada vez más demencial. Durante el verano de 1936, Picasso comenzaba a experimentar “una de las etapas más oscuras de su vida”. Aunque es posible que la radical trasformación artística del pintor empezara a gestarse mucho antes del bombardeo de Guernica.

Así lo afirma Timothy J. Clark (*), el historiador del arte que junto a Anne M. Wagner, comisarió la exposición Piedad y terror en Picasso. El camino a Guernica. Esta muestra tuvo lugar en 2017 para conmemorar el 80 aniversario del Guernica el Museo Reina Sofía.

Se trata de una reconstrucción indirecta, pues Picasso jamás reveló sus motivaciones internas. Sólo sabemos que en enero del 37 el artista aceptó el encargo del Gobierno de la II República para decorar el Pabellón español en la Exposición Universal de París. Tres días después del atroz bombardeo alemán sobre la población civil de Guernica, el 1 de mayo de ese mismo año, Picasso comenzó a pintar el que sería el mural antibélico más icónico del siglo XX.

‘Guernica’ y Dora Maar

Las imágenes secuenciales tomadas por Dora Maar durante el proceso de creación del cuadro han sido pieza fundamental para Clark. El Museo Reina Sofía conserva un total de veintiocho fotografías que muestran las diferentes fases de ejecución del cuadro. En las fases iniciales, hechas con dibujo de contorno, aparecen ya las figuras principales: la madre con el niño muerto, el toro, el caballo, el guerrero derribado, el personaje que sostiene una luz y la figura con los brazos alzados.

No sólo revelan la evolución de una obra que comenzó a esbozarse en color, también muestran la importancia de la misma y del momento histórico. Nunca Picasso fotografió ni documentó las secuencias de su trabajo. Las referencias que el pintor tenía sobre el bombardeo pudieron servirle como referente. Sin embargo, el repertorio de terror, carne descompuesta y belleza deforme proviene del propio repertorio picassiano.

Un imaginario fascinante que, según T.J. Clark (*) pudo gestarse durante la infancia del pintor, pero del que es muestra evidente Las tres bailarinas (1925) o Figuras al borde el mar (1931).

Centrado en la distribución espacial, Clark estudia la violencia de las formas, así como la pelea entre exterior e interior, entre lo humano y lo monstruoso. Los gritos, los ojos desorbitados, el pánico, la sangre que no está pero se intuyeGuernica contiene todos los demonios esbozados en muchos de sus cuadros previos. Especialmente gráficas son las planchas de cobre Songe et Mesonge de Franco (cuya traducción, Sueño y Mentira de Franco, difumina el significado literario del francés), fruto del proceso de denuncia y desazón interior del artista. Pueden considerarse como los primeros bocetos del cuadro.

También el especialista británico, John Richardson, data la toma de conciencia de Picasso con la sociedad y la política durante los años previos a la creación de Guernica. Sitúa el dibujo La Muerte de Marat (1934) —en alusión libre a la excepcional pintura del pintor francés Jacques-Louis David—, como antecedente del repertorio iconográfico posterior.


*Piedad y terror en Picasso. El camino a Guernica.Timothy J. Clark, Anne M. Wagner, Jeremy Melius, Marisa García Vergara, Anthony Blunt. Museo Reina Sofía 2017.
Imagen: Picasso trabajando en el Guernica, 1937. Fotografía Dora Maar

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