Cosas mías
Día trece. No basta con abrir la ventana.
Ahora que nada sucede, abrir la ventana implica asomarse a un abismo abarrotado de ausencias y silencio, a un vacío de cemento que se balancea sin ganas. Al tiempo, se ha convertido en el antídoto contra el encierro; el único recurso para escapar del cautiverio impuesto.