Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. Carmen Martín Gaite.
Suzanne Valadon amaba la luz mortecina de las tardes, el barullo de las tabernas, el sabor a absenta y a flores de mal, la bohemia por sobre todas las cosas. ☞
Newsletter
La forma más sencilla de estar al día de todo lo que se publica en Diálogos de Libro.