Diálogos de Libro

Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. Carmen Martín Gaite.

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Menos pensar y más obedecer.
Cosas mías

Menos pensar y más obedecer.

Ana M. Serrano

“Menos pensar y más obedecer”. Esa parece ser la consigna de estos nuevos líderes patrios arrogados de soberbia e ínfulas mesiánicas cuyo principal objetivo no es otro que perpetuarse en el poder.

Día veintitrés. Surrealismo áspero.
Cosas mías

Día veintitrés. Surrealismo áspero.

Ana M. Serrano

Son extraños los tiempos estos de surrealismo áspero, de viajes interiores hacia espacios fronterizos donde se desatan los motines del cautiverio en la más absoluta privacidad, la de uno mismo. Y sólo queda una tarea: lidiar con los propios demonios hasta que el nuevo día te deje escuchar otra vez su música.

Día trece. No basta con abrir la ventana.
Cosas mías

Día trece. No basta con abrir la ventana.

Ana M. Serrano

Ahora que nada sucede, abrir la ventana implica asomarse a un abismo abarrotado de ausencias y silencio, a un vacío de cemento que se balancea sin ganas. Al tiempo, se ha convertido en el antídoto contra el encierro; el único recurso para escapar del cautiverio impuesto.

Día siete. En arresto domiciliario.
Cosas mías

Día siete. En arresto domiciliario.

Ana M. Serrano

Hace unos días (dos creo), muté mi dócil yo me quedo en casa por un en arresto domiciliario. No es una declaración de rebeldía, sólo un intento de contar en tres palabras, de romper el silencio de la desconfianza ante unos gobernantes a los que escucho de reojo.

Día Cinco. Quédate en casa.
Cosas mías

Día Cinco. Quédate en casa.

Ana M. Serrano

Y me quedo en casa y me cuesta concentrarme. Salto de una página a otra. Da igual virtual o en papel. Los primates del cerebro siguen a lo suyo. Con su habitual indisciplina, se columpian agarrados a mis neuronas.

Día uno. Estado de alarma.
Cosas mías

Día uno. Estado de alarma.

Ana M. Serrano

Es domingo y aún nada parece raro. Estamos los tres en casa como cualquier mañana festiva, haciendo lo que solemos en cualquier mañana festiva. Únicamente las calles vacías, el silencio que desborda las aceras me recuerdan que vivimos una situación anormal.

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