
Fantasma.
La buscaba porque vivía oculta, al margen del ruido del mundo, de las miserias del mundo, de sus propias miserias. La buscaba porque sólo la intuía en la penumbra, como un fantasma de sí misma.
MenuNadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. Carmen Martín Gaite.
Y cambias el libro por una cerveza y el sofá por una silla metálica. Y el sol sigue ahí. Y es más cálido de lo pensabas porque ya es marzo.
Esas mañanas de domingo en las que, pese al sol, tu máxima ambición es mimetizarte con el sofá y convertir tus manos en una especie de garfio enganchado a un libro. Y suena el teléfono y es tu amiga. Y cambias el libro por una cerveza y el sofá por una silla metálica. Y el sol sigue ahí. Y es más cálido de lo pensabas porque ya es marzo. Y mola. Esas mañanas…
Y la silla metálica es mucho más blandita que el sofá. Y tu amiga es la misma niña pequeña que saltaba a la comba contigo en el patio del colegio. La misma quinceañera que se enamoró por primera vez del chico más guapo de la clase. Ese que te encantaba y se ligó ella. Y tú te morías de envidia, pero sonreías al verlos tan felices y tan inconscientes. Porque era tu amiga y eso era lo único importante. La misma que te esperó mientras tú vivías tu vida loca. La misma a la que esperaste mientras ella vivía su vida loca.
Y es que hay mañanas de domingo que huelen a primavera.
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