Camille Claudel, la escultora maldita.
Camille Claudel, la hermana de Paul Claudel, la amante musa de Rodin. Por eso se la recuerda en la historia. No porque fuera la mejor escultora de su tiempo.
MenuNadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. Carmen Martín Gaite.
Camille Claudel, la hermana de Paul Claudel, la amante musa de Rodin. Por eso se la recuerda en la historia. No porque fuera la mejor escultora de su tiempo. ☞
A Cecilia Bölh de Faber lo de escribir le venía de serie. Francisca Larrea, su madre, tradujo a Lord Byron y a Mary Wollstonecraft. ☞
Aprendí a leer a los cinco años. Mi madre asegura que a los cuatro le leía cuentos a mi hermano pequeño. ☞
Aunque se esforzaba por adivinar cómo había llegado hasta allí, solo veía una luz irreal, la nieve amontonada a ambos lados de la acera, la indiferencia del policía ☞
La noche del 19 de noviembre, el silencio reinaba en el pequeño hotel de Kitzbühel. Anke dormitaba apoyada sobre el mostrador… ☞
Puede parecer el título de una película de «serie B», pero es la pura verdad cuando hablamos de Edgar Lee Masters. ☞
Hoy, el haiku se escribe en veinticinco lenguas (algunos afirman que en setenta) que representan corrientes culturales diferentes. ☞
El haiku es, en apariencia, sumamente fácil de componer sobre todo cuando el poeta no se atiene al esquema de 17 sílabas. ☞
Harold Bloom, el controvertido crítico literario norteamericano, incluye a Murasaki Shikibu entre sus cien genios de la literatura. ☞
Desayuno en Tiffany’s (1958) es una nouvelle (novela corta) cautivadora, de una calidad literaria excepcional. ☞
A mi izquierda la ciudad se diluye entre la calima. El cielo va perdiendo su peculiar azul transparente. Es junio en Madrid. ☞
Valle-Inclán es uno de los autores clave en la literatura española del s. XX. Un enorme escritor. ☞
Y cambias el libro por una cerveza y el sofá por una silla metálica. Y el sol sigue ahí. Y es más cálido de lo pensabas porque ya es marzo. ☞
Rosamond tiene 73 años y acaba de morir. Gill, su sobrina, debe encontrar a Imogen pero no sabe cómo; sólo tiene el vago recuerdo de una pequeña niña rubia y ciega. ☞
Sobre Paul Auster y sus novelas he escuchado y leído todo tipo de opiniones: elogios, indiferencia, críticas incluso demoledoras. ☞
No sé si ando yo últimamente con la vena sensible a flor de piel o a la gente le ha dado por tocarme los cojones, que también. ☞
¿Cómo pueden pretender que alguien les vote diciendo únicamente lo mal que hacen todo los del lado contrario? ¿Qué confianza puede inspirar una persona que sólo sabe hablar mal de los otros? Desde luego a mí así no me convencen. Cuando tenga dieciocho o me cuentan qué pretenden hacer, cómo lo van a hacer, de qué medios disponen para conseguirlo y si no los tienen dónde piensan buscarlos, o los va a votar su padre. Eso. Además de convencerme con argumentos racionales de que todo lo que prometen es bueno para el progreso y el bienestar del país. Y el mío, naturalmente.
En esos términos o parecidos se expresaba ayer un chaval tras escuchar perplejo el discurso de una miembra del pesoe que lo mismo podría haber pertenecido al pepé, al peneuve o a izquierda unida, por mentar a algunos. Porque el chaval, que tiene dieciséis años y bastante más criterio que muchos de los considerados aptos para elegir a sus gobernantes (claro que como en algún punto hay que dar el tajo y carecemos de indicadores de estupidez, no nos queda otra que recurrir a la edad) no se detuvo a descodificar el color de la demagoga de turno sino a flipar con la soflama inconsistente de la tipa. Razón no le falta.
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No podía imaginar que su ansia por devorar a hurtadillas los poemas de ese tal Neruda —de quien tanto había oído hablar escondida como una espía, cuando Pelayo y sus amigos se amontonaban en la trastienda para trapichear con la cultura— iba a desembocar en esa especie de callejón sin salida en el que ahora se encontraba. Pero cuando el azar se empeña en llevarnos la contraria no hay manera de frenarlo.
Y ahí se veía pequeñita, perdida entre la inmensidad de su zozobra, muy superior a la que había calculado. Porque aunque se negaba a pensar en ello, no era el poeta chileno ni su lectura frustrada; ni la milagrosa arquitectura de libros escondidos desafiando al vacío, ni el maldito poli chulo que le había desbaratado la furtiva mañana. ☞
— Pero cuando el policía ese de ahí fuera me abordó —por qué es policía, ¿no?— se me congeló el valor…
— A ver, Úrsula… Porque no me irás a decir que tampoco es tu verdadero nombre, ¿verdad? — Pelayo, abandonando por completo cualquier tratamiento formal, aprovechó su débil titubeo para recuperar un discurso coherente aunque los destellos de esos rizos castaños seguían turbándole como si fuera un chiquillo— Sí es un poli. De la Brigada Político Social. Pereira se llama, pero no te apures, él no es el problema. Lo conozco y no es de los peores.
Pues no será de los peores, pensaba Úrsula sin abrir la boca, pero fue uno de los que detuvieron a mi hermano. Lo recordaba muy bien. Claro que a Ignacio no se le ocurrió nada mejor que apoyar las huelgas de los mineros asturianos y al final pasó lo que tenía que pasar. ☞
Los números, dice Daniel Tammet, poseen la belleza de la poesía. No le lleven la contraria: sumen y lean. ☞
Si careces de experiencia, el precio por maquetar tu libro para autopublicarlo puede resultar bastante asequible y adecuado a tu presupuesto. ☞
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Alma Mahler apuraba su existencia del mismo modo que el entorno igualmente turbulento en el que creció y vivió se desgarraba mientras se bebía a morro los últimos instantes de gloria. ☞
Lucia Anna Joyce nació en 1907, en la sala para indigentes de un hospital de Trieste. En aquel momento sus padres, James Joyce y Nora Barnacle, vivían en Italia como refugiados tras huir de las miserias de Dublín. ☞
En Madrid no es primavera hasta que junio te empuja a enfilar el parque temprano, antes de que los excursionistas urbanos adopten su condición de horda, tomando por asalto el espacio reservado a la poesía. ☞
Hay días así. Azules, blanditos. Días esponjosos que huelen a oxígeno, a cruasán de mantequilla, a libro de papel, a ratos de infancia. ☞
Es abril y llueve. Camuflada tras un visillo miro la lluvia caer y pienso. Y entonces recuerdo otra mañana igual de lluviosa y agreste, cuando no estaba en casa, sino en la calle. ☞
Benito Pérez Galdós, dotado de una capacidad de observación extraordinaria, toma buena nota de la evolución capitalina, transformándola en palabras. Páginas imprescindibles para entender el contexto social e histórico de la época. ☞
Pese a las diferencias y las ínfulas de modernidad europeo-contemporáneas del Madrid del siglo XXI, es fácil hallar en él infinidad de vestigios galdosianos. Calles que todavía existen, improntas castizas que han desafiado (y superado) al paso del tiempo. ☞
Después de la contienda y el exilio en París, Pío Baroja regresa a Madrid. Es 1940. Tiene entonces 68 años y cerca de cien libros publicados. Se instala en el cuarto piso de la calle Ruiz de Alarcón 12. ☞
Es 1904. En la mayor parte de las casas madrileñas no hay electricidad ni calefacción central. Tampoco en el número 34 de la calle Juan Álvarez Mendizábal. La casa de Pío Baroja. ☞
Puede parecer el título de una película de «serie B», pero es la pura verdad cuando hablamos de Edgar Lee Masters. ☞
El pueblo llano, cuando reza, pide lluvia, hijos sanos y un verano que no acabe jamás. ☞
_ Hoy vamos a jugar a que me he ido; yo ya no estoy y tú no existes. _ ¿Te … ☞