Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. Carmen Martín Gaite.
Clásicos literarios españoles: lecturas que no pasan de moda.
Si nos ceñimos al canon, la lista de clásicos literarios españoles es sencilla. Desde el Lazarillo de Tormes hasta Delibes y su retrato de la España rural de mediados del siglo XX, el legado literario patrio abarca infinidad de textos y autores.
Para empezar por alguna parte, quizás sea interesante acercarnos al concepto de «clásico» porque, aunque todos tenemos una idea más o menos aproximada de los clásicos literarios, las nociones teóricas ayudan a crear esas listas de autores y libros imprescindibles que tanto aman unos como aborrecen otros. Incluso Borges (un clásico para muchos) creía muy peligroso “afirmar que existen obras clásicas y que lo serán para siempre”. Pero también es cierto que hay obras y autores que han sobrevivido a los siglos y todo apunta a que continuarán haciéndolo.
¿Qué es un clásico?
Aunque a la hora de precisar el concepto de clásicos literarios casi siempre se cita a Italo Calvino, la definición de Georg Steiner también me resulta fascinante, sobre todo cuando afirma “cada vez que nos involucramos con él, un clásico nos cuestiona”.
Podríamos enumerar las infinitas definiciones de “clásico” que autores de renombre han arrojado a lo largo de la historia. Pero no tendría sentido. No por falta de interés, sino de espacio. Y porque, al margen de la poesía que muchas de ellas encierran, la mayoría (no siempre) se acercan a la acepción académica, bastante más aséptica: una obra valiosa y ejemplar, inmune al paso del tiempo, cuyo autor ha sido capaz de captar la esencia de una (su) época.
Pese a que los requisitos que debe cumplir un libro para considerarse clásico han sido (son) objeto de controversia, tal estatus lleva implícita la excelencia y la seducción. También la inmortalidad, pues no deja de ser un ente vivo que perdura en el tiempo. Porque los clásicos son obras que seguimos leyendo más allá del momento en el que fueron escritas, porque transmiten emociones imperecederas, porque pulsan las teclas más recónditas de nuestros sentimientos, porque nos hacen vibrar y reconocernos en sus personajes, porque nos provocan rechazo (o fascinación), porque contienen preguntas y cuestionan circunstancias que hoy todavía nos sacuden.
Si nos ceñimos al canon, la lista de clásicos literarios españoles es sencilla
Desde el Lazarillo de Tormes (anónimo del siglo XVI) hasta el vallisoletano Miguel Delibes y sus grandes retratos de la España rural de mediados del siglo XX, el legado literario patrio incluye autores tan diferentes como Zorrilla (Don Juan Tenorio) y Valle-Inclán (Luces de Bohemia), padre del esperpento. La obra de Quevedo (El buscón), Félix Lope de Vega (Fuenteovejuna) y de Pedro Calderón de la Barca (La vida es sueño) se sitúa en lo más excelso de la dramaturgia, la narrativa y la poesía del barroco español. Como exponente del romanticismo, no puede faltar Bécquer.
A la altura del costumbrismo galdosiano se sitúa la gallega Emilia Pardo Bazán. Ambos, doña Emilia y don Benito (Pérez Galdós) construyeron una extensa crónica del ambiente social de la España del XIX. En la primera mitad del siglo pasado, resultan imprescindibles el teatro de Federico García Lorca (La casa de Bernarda Alba), la poesía de Antonio Machado o la narrativa de Miguel de Unamuno.
Carmen Laforet y su Nada (1944) abrieron el melón de una narrativa inédita en la época de la posguerra, al margen de los estereotipos de una época demoledora para la creatividad femenina. Carmen Martín Gaite, Elena Fortún o Ana María Matute forman parte de esa generación de escritoras de prosa sublime, espíritu insumiso y alto intelecto.
No. No he olvidado del clásico de todos los clásicos de nuestra literatura. Miguel de Cervantes y Saavedra, el escritor español universal por excelencia gracias a los dos volúmenes de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, también brilló en el género teatral del entremés y la novela corta (Novelas ejemplares).
(Mis) otros clásicos
Regresando a Calvino y su idea de que “tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él”, añadiría a Gonzalo de Berceo —el primer escritor en lengua castellana—, Juan Ruiz (arcipreste de Hita) y su Libro del buen amor, las Coplas por la muerte de su padre de Manrique, La regenta de Clarín. No puedo dejar de mencionar a Teresa de Ávila —un referente literario fascinante— y a Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897 – Londres, 1944), cuya labor periodística debería figurar entre los grandes clásicos del género.
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Ni ChatGPT ni ninguna otra herramienta de escritura basada en AI. Al menos por ahora. No sólo mi experiencia personal y la de compañeros de oficio avalan afirmación tan rotunda. Los propios textos generados por la herramienta revelan infinidad de carencias. La más importante, la creatividad. ☞
Con los Z parece que la grisalla dosmiliana toca a su fin. Ojo, que no llegan como héroes de Marvel para librar al mundo de los villanos. Tampoco tienen superpoderes, pero sí un plan. ☞
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