Reivindico mi Navidad. Y los belenes napolitanos.
Reivindico el esplendor, el fasto de los belenes hermosos. Las figuras colosales, bellísimas, vestidas de sedas y brocados, que olían a chimenea, a volutas plateadas, que sabían a Navidad.
MenuSi hay poesía subterránea en mis palabras, solo tú lo sabes. En ti ha de acabar, puesto que fuiste tú su origen. José Hierro
Reivindico el esplendor, el fasto de los belenes hermosos. Las figuras colosales, bellísimas, vestidas de sedas y brocados, que olían a chimenea, a volutas plateadas, que sabían a Navidad. ☞
Odio la textura de la nieve, el color de la maldita lluvia, el ruido del granizo, el sabor ácido de las nubes oscuras. Odio resbalar sobre la escarcha blanquecina de los amaneceres de invierno, rascar los cristales del coche, el olor a calle en el ascensor. ☞
El Tanka es un poema corto, sin rima de cinco versos (5-7-5-7-7 sílabas); el tercero es el eje. ☞
«Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente / al cambiar un saludo ceremonioso y frío, / porque nadie sospecha que es falso tu desvío, / ni cuanto amor esconde mi gesto indiferente.» ☞
Espejos de su infancia, olor a trementina y aceites, a húmedos óleos, a libros antiguos y a barandillas floreadas… Contempla el final de ese maravilloso atardecer madrileño con la sonrisa aun dibujada en su boca mientras se deja atrapar de nuevo por el fluir incesante de sus pensamientos. Así, buceando entre cuadernos y diccionarios, aprovecha para enfrascarse otra vez en la escritura. ☞
Steve Jobs. 1955-2011. Ten el valor de escuchar a tu corazón y a tu intuición […] Todo lo demás es secundario. ☞
Enciende un cigarrillo y admira extasiada el espectáculo único que le brinda el verano, la ciudad y una ansiada soledad. Le fascina Madrid, el verano en Madrid, su sol y su cielo, su inmensidad, el calor, la gran urbe y la vida que encierra. Lo aspira, lo siente, hace suyo ese instante único capaz de hacerle olvidar el mar, su mar; segundos sublimes que graba a fuego en su piel, en su alma. Afortunada ella que, llevando el sur y la sal en sus venas, se permite devorar la grandeza de la capital justo en los momentos más deseables. ☞
En las calles blancas y frías se impone la ley del silencio, un silencio que sólo el silbido de un viento gélido se atreve a romper. El mismo que golpea las contraventanas aún abiertas para permitir que la habitación se ilumine con los últimos suspiros de esa pálida luz invernal. Fuera empieza a nevar. ☞
Cae la tarde plomiza y gris. Demoledora, la incesante lluvia impone su luz mortecina; todo cede ante su inquietante cadencia, silenciosa, implacable. El asfalto de las calles vacías se funde con un cielo tan sombrío y amenazador que nadie se atreve a perturbar. ☞
La calma y el bochorno han tomado la tarde; nada rompe el silencio salvo el monótono canto de las cigarras, las únicas que osan desafiar al sofocante verano. Nadie más se atreve a poner un pie en la calle. ☞
[…] baila y apuesta su vida al caballo perdedor desafiando la ley de la gravedad y cualquier atisbo de raciocinio —si acaso le restaba algo de cordura tras esa noche—; baila y apuesta una vida deliciosa y deseable, una vida aparentemente perfecta, un hombre cariñoso y tranquilo —el hombre a quien un día amó con el mismo delirio y mucha menos inconsciencia— y que hoy la llena de vacíos. ☞
Poesía eres tú. La poesía, como la música, existe desde el origen de los tiempos, porque vivir sin poesía o sin música no será imposible —supongo— pero seguro el mundo se convertiría en un lugar aún más insufrible, inhóspito y aciago. Porque la poesía, como el mar, el siempre mar, ya estaba y era. ☞
… dibuja en su piel cada palabra y cada beso, engulle sin medida, talla en su alma cada deseo y cada suspiro, graba en su memoria cada segundo porque sabe que se va a aferrar a esta noche durante miles de otras noches heladas. Porque Blanca, inconsciente —o no—, intuye que todo es una quimera, un coma de la razón, un segundo efímero, un delicioso delirio que nadie jamás nadie le podrá arrebatar. ☞
Palabras abandonadas a su suerte, palabras convertidas en susurros, susurros que se evaporan en sus labios cada vez más próximos, cada vez más húmedos. La mirada de Blanca, enorme, se hace irresistible para Jaime que se zambulle en ella incapaz de pensar en nada más. ☞
Una de esas noches de principios de julio. Una de esas noches sofocantes y dulces. ☞
Me acerco a ti despacio, trémula, fascinada. Sed de tu voz, eco en mis oídos. No te veo, sólo escucho. … ☞
Y el mundo empeñado en poner horas a los días, días a la semana, semanas a los meses, meses al … ☞
Quiero vivir al borde del abismo, En el límite de lo prohibido, Sobre el filo de la navaja caminar El … ☞
El local se fue llenando de gente, de ruido, de conversaciones, de calor, de humo… Ellos no oían nada ni … ☞
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