En Madrid no es primavera hasta que junio te empuja a enfilar el parque temprano, antes de que los excursionistas urbanos adopten su condición de horda, tomando por asalto el espacio reservado a la poesía. ☞
Hay días así. Azules, blanditos. Días esponjosos que huelen a oxígeno, a cruasán de mantequilla, a libro de papel, a ratos de infancia. ☞
Es abril y llueve. Camuflada tras un visillo miro la lluvia caer y pienso. Y entonces recuerdo otra mañana igual de lluviosa y agreste, cuando no estaba en casa, sino en la calle. ☞
Porque ella ya está allí. Como cada día, la mendiga ha desplegado todo su material de guerra callejero: la silla, el vaso de plástico, las mantas de colorines sobre las piernas. La escena ya es rutina. ☞
A las puertas del desierto, antes de cruzar la frontera hacia el lugar donde nace el silencio, se siente ajena al gentío. ¿Para qué viajan? ☞