Ciudades de diseño.
Brasilia, Camberra, Chandigarh, Dubai, Abu Dhabi, Doha…, todas ellas vestidas de una belleza estatuaria digna de museo, parecen estar esperando que alguien les insufle vida.
MenuSi hay poesía subterránea en mis palabras, solo tú lo sabes. En ti ha de acabar, puesto que fuiste tú su origen. José Hierro
Brasilia, Camberra, Chandigarh, Dubai, Abu Dhabi, Doha…, todas ellas vestidas de una belleza estatuaria digna de museo, parecen estar esperando que alguien les insufle vida. ☞
Reivindico el esplendor, el fasto de los belenes hermosos. Las figuras colosales, bellísimas, vestidas de sedas y brocados, que olían a chimenea, a volutas plateadas, que sabían a Navidad. ☞
Mientras escribe agitada por el levante gaditano, lee en Internet —las cosas estas de la era digital— una historia de mujeres, de una mujer. Habla de amor y rebeldía. La historia. También de ira y de obstáculos. ☞
Hay tantas mujeres fascinantes, desconocidas, ignoradas, olvidadas, que a veces no sé por cuál empezar. Seguir, más bien. ☞
Me siento poderosa porque ese concepto de poder asociado a la pasta, a la influencia y a la capacidad de decidir el futuro de la humanidad me importa una mierda. Porque dirigir me importa una mierda. Porque me basta con que no me dirijan. ☞
El naranja es un tono insumiso. Sabe agridulce cuando estalla entre los dientes. Es infalible al tacto y al olfato, fascinante para la vista. Te obliga a pensar en picado. ☞
Hay días así. Desordenados, furiosos. Pueden ser sucios, sombríos o apagados; grises o negros. Un tal Capote los tiñó de rojo. Días perversos en los que nada sucede. ☞
Aprendí a leer a los cinco años. Mi madre asegura que a los cuatro le leía cuentos a mi hermano pequeño. ☞
Es la pregunta que le haría a cualquier mujer musulmana (o no tan musulmana). ☞
Cuando me declaro feminista sin tapujos y con todas las letras, la mitad más uno de los hombres (y algunas mujeres) me miran con asombro. ☞
No sé si ando yo últimamente con la vena sensible a flor de piel o a la gente le ha dado por tocarme los cojones, que también. ☞
¿Sabes que pasa, mamá? Que cuando hablamos de mis anhelos… siempre mencionas la palabra “libertad”. ☞
¿Sabes que pasa, Ignacio? Que cuando me hablas de tus anhelos, de lo que quieres estudiar, jamás mencionas la palabra “libertad”. ☞
No soy votante conservadora. Nunca lo he sido y, con toda seguridad, nunca lo seré. Al menos, no mientras la derecha siga entendiendo la sociedad como un conjunto de individuos adocenados y dóciles a los que manipular a su antojo. Hubiera sido votante de la izquierda socialista si no me hubieran decepcionado a los tres minutos de alcanzar el poder, demostrando que mantener el analfabetismo y la incultura les permite manejar el chiringuito del trapicheo y el amaño con la misma impunidad que sus contrarios. Por ello, a la hora de buscar alternativas, he sido muy cuidadosa; he mirado con lupa cada propuesta, cada programa, pero y por encima de todo, he examinado la honestidad del sujeto candidato a condicionar mi vida, el futuro de todo un país durante los próximos cuatro años. ☞
Y mira que no tenía yo intención alguna de meterme en un jardín plagado de violetas. No porque no me gusten –que me encantan– sino por no complicarme la vida. Pero he leído tanta tontería cargada de tintes demagógicos y no exenta, en ocasiones, de ciertas pinceladas de envidia y algún que otro complejo encubierto, que no puedo resistir la tentación de sumar mi opinión a los ríos de tinta que una simple “noticia” de moda ha generado. Sí. Me refiero a Mango y a su nueva línea Violeta. ☞
Juzgamos. Alegremente. Sin medir las consecuencias. ¿Para qué detenerse a valorar nada si se trata de quedarnos bien a gusto? Impunemente. Sin entender, sin preguntar, sin pensar. ¿Pensar? ¡Qué perdida de tiempo!
Juzgamos. Unos más, otros menos. Algunos con saña, con alevosía, con emoción incluso, sistemáticamente, convirtiendo el juicio en todo un estilo de vida… ☞
“Cuídame Dios de las aguas mansas, que de las bravas me cuido yo”, era como un mantra que le taladraba el cerebro un día sí y al otro también y que él rechazaba con la misma insistencia. ☞
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